El Cerro Quimey o Adasme se ubica al sur de la comuna de San Bernardo, y con sus más de 20 hectáreas, representa un espacio común a escala local, producto de la cercanía que tiene con las villas que colindan con sus laderas oriental y occidental. Además, no presenta accesos vehiculares y producto de su baja altura, pasa casi desapercibido en la trama urbana de Santiago.
Destaca el uso cotidiano que los vecinos le dan al cerro. Casi siempre es posible ver a alguien caminando, haciendo deporte, paseando a los perros o contemplando las vistas que desde ahí se pueden obtener del sur de la ciudad. También, ciertas intervenciones como las aperturas que se le han hecho al cerco que rodea al cerro, escaleras que facilitan el acceso, carteles que promueven su buen uso, o la creación de un jardín auto-construído en uno de sus bordes, dan cuenta del uso de este espacio por las comunidades cercanas.
Hasta ha sido testigo y escenario de fiestas electrónicas emblemáticas en altura. El Dj que las produce y promueve vivió a los pies del cerro por años. En el Quimey ha realizado tres fiestas, con la idea de que ofrezcan una vista a la ciudad. A la última de ellas llegaron por lo menos 500 personas, algunas de ellas provenientes de otros barrios y comunas de Santiago. Cuando realiza las fiestas ve que el cerro está sucio, pero su propuesta considera dejar el lugar más limpio que como lo encontraron.
Como exvecino, sabe que hay un dueño antiguo, que es el mismo dueño de las semillas Tracy. Cree que el cerro está medio olvidado, porque no es reserva ecológica como el Panul (parque comunitario en la comuna de La Florida). Afirma que, como Dj, cree haber ayudado a quitar un poco el estigma, ya que en la segunda fiesta que hizo de noche, mucha gente lo criticó porque podría ser peligroso y le sugirieron que no la hiciera. Sin embargo, la hizo igual y no pasó nada. Por el contrario, cree que sirvió para que las personas dejen de tener miedo de subir el cerro.
En la ladera suroriental, el cerro convive con la villa Lomas de Mirasur, condominio que se separa del cerro con una reja la cual tiene un portón cuyo acceso es controlado por el líder vecinal. Según él, a los residentes les gustaría que la zona del cerro que colinda con la villa fuera un parque o el patio de todos. Como junta de vecinos, conversaron con la exalcaldesa y concejales de San Bernardo sobre la posibilidad de que cerraran toda la zona baja del cerro que conecta con la villa, y que les entregaran formalmente ese espacio. Como vecinos estaban dispuestos a reforestar, hacer unas bancas y un parque que les permita disfrutar de la naturaleza, “así como hay tantos parques en otros lados”, señaló.
Pero se enteraron de que el cerro tiene un dueño, creen que el de las semillas Tracy. Piensan que, conversando con él y la municipalidad, podrían encontrar una vía para que les cedan un espacio del cerro en comodato, para que como comunidad puedan acceder y cuidarlo. Creen que llegando a un acuerdo, serían capaces de hacerse cargo del cerro, plantarlo, incluyendo la consolidación de ciertos caminos.
Como villa, tienen un sueño: donde está el portón que cierra el acceso al cerro, poder hacer un radier y transformarlo en un escenario natural para todos los eventos grandes que realizan. En ese mismo lugar, nació un evento llamado la Fiesta de la Primavera, que se hace una vez al año en octubre. Ahí se ocupa el cerro como un fondo natural. Ese es su sueño, tenerlo como parque, porque como comunidad lo ven como su patio trasero.
Muchos de los vecinos quieren visitar el cerro, pero siempre se les advierte que vayan con mucho cuidado, bajo la responsabilidad de cada uno. La única vecina que tiene una llave es una señora que cuida a los perros callejeros. El 18 de septiembre es una fecha recurrente en la que los vecinos piden abrir el acceso al cerro, pero como líder vecinal les hace la sugerencia de que sean solo algunas personas las que puedan acceder, por un tema de la seguridad.
Como líder de la junta de vecinos de la villa, piensa convocar al club deportivo y pedirles que se sumen a una jornada de limpieza. Para que, apoyados por un grupo grande de vecinos, puedan limpiar y reciclar botellas. Con eso piensa incentivarlos a hacer senderos, y fijar las fechas en que se abriría el cerro. Ciertas fechas en que puedan disfrutar varias familias. Considera pertinente que se nombren algunos vecinos para la seguridad y aprovechar estos espacios. Cree que durante todo este tiempo el cerro ha estado botado y no han hecho nada por él.
La investigación nos señala que en la villa Lomas de Mirasur se le da la espalda al cerro. Observamos que la reja existente niega su presencia o, al menos les divide. Aspectos que parecen configurar una especie de anti-común, ya que se obstruyen los potenciales beneficios colectivos que podría tener el cerro. Por el contrario, al otro lado, las vecinas además de consolidar un parque en parte de la falda del cerro, apadrinan árboles para regarlos. Es decir, se produce la situación opuesta, ahí se ve la articulación de comunes en el espacio que cuidan y protegen.
Prácticas
Cerro a escala de ciudad que se configura como un espacio compartido y común resultado de la potente apropiación colectiva que ahí se despliega. Escenario de acciones que defienden y reclaman el cerro como ícono de naturaleza y que se posicionan en resistencia a la urbanización de Puente Alto.
Cerro a escala metropolitana que presenta una variada co-existencia de usos, los cuales están determinados por el encuentro y la tensión con el espacio público y el privado, que marcan una presencia protagónica y dominante en el cerro.
Cerro a escala local en el que se observa la articulación de comunes en el espacio, producto de las distintas intervenciones y adecuaciones comunitarias que las vecinas han realizado para cuidarlo y protegerlo como espacio colectivo.